Desde chiquito tu barba siempre me llamaba la atención.
No era mas que un niño yo y por alguna razón la veía como la barba de Barrabás. Pensaba en esa figura, en ese nombre, ni siquiera sabia si esa figura tenia barba pero ‘mi tío con barba de Barrabás’ eras para mi. Quizás la una vez en la historia en la que el nombre de esa figura provocaba una sonrisa en la cara de un niño, de un sobrino.
Tu personalidad llena de humor y cariño tornaba ese nombre e histórica figura que yo te tenia, el de Barrabás, en uno que exudaba amistad, hermandad.
Me enseñaste a pescar junto con nuestro tío Jaime, esa vez que fuimos a la ex hacienda de Chautla en el 2006. Los tres estábamos ahi, yo admirando como tu y tu padre alistaban las cañas de pescar.
Me acuerdo que íbamos todos en la camioneta, tu a lado mío, yo en una silla de metal que metimos a la camioneta a lado de los asientos. Ni siquiera estaba fija.
Le acelerábamos al carro y en cada triste tope sobre el que pasábamos hasta brincaba yo, con silla y todo, golpéando mi cabeza con el techo del carro. Nos reíamos juntos mientras me llamabas Betito con una risa calurosa.
Hay una foto de ti con el tío Jaime y el Kung Fu Panda en una taqueria en la que paramos a comer nuestra pesca del día. Esas horas contigo se me quedan grabadas. Es un recuerdo hermoso de mis días de verano contigo.
Pienso en ti y me acuerdo de mi familia, de nuestra familia. De tia Elsa, Flor, Pau, Kung Fu Panda, de como hablábamos del molino, de nuestros tíos, del rancho al que siempre me invitabas. No importaba la distancia entre nosotros o el poco tiempo que pasábamos en la ciudad dada las circunstancias de la vida.
La ultima vez que nos vimos, que nos abrazamos fue en octubre del 2017, en la casa de Encinos.
Estábamos todos reunidos, comiendo y saboreando de todo, de esos días en los que parece que la fiesta es inagotable, que la felicidad rebota de las paredes. Pusiste una canción ochentera, de esas que salían en Rock en Tu Idioma. de las pocas que no sabia yo, que había escuchado pero de las que no me acordaba del nombre.
Creo que era Sin Aliento, de Danza Invisible.
Hablamos de ello y lo fan que éramos de ese tipo de música. Nostálgica y quizás algo triste pero con un toque de esperanza, de alegría.
Te recuerdo como el tío genial y amistoso que siempre fuiste, inolvidable como la presencia de tu barba, como la serena esperanza de esa canción.
De ti, aprendi a pescar.